miércoles, 12 de diciembre de 2007

Shanghai

Conocer Shanghai, la capital económica y ciudad más grande de la República Popular China, fue toda una experiencia para mí. Una ciudad con más de 13 millones de habitantes y más de 4.000 rascacielos (entre los que destaca la Jing Mao, la torre más alta de China y la quinta de todo el mundo) representativos de una opulencia que marca fuertes contrastes y que aún hoy apoya sus cimientos bajo la más humilde pobreza.

En la famosa zona del Bund se pueden encontrar monumentales edificios que son restos de la ocupación colonial, una época en la que la ciudad se benefició del contacto con países extranjeros, especialmente Gran Bretaña. Esta herencia, potenciada por el importante cruce de culturas, ha convertido a Shanghai en una ciudad cosmopolita que presume de tener una importante población estudiantil de procedencia internacional.

Si bien Shanghai dispone de enormes opciones turísticas, soportadas sobre todo por un atractivo arquitectónico innegable y una exquisita oferta gastronómica procedente de sus 16 escuelas de cocina china, llaman poderosamente la atención las galerías de callejones sucios, la ropa tendida en cualquier lugar, las viejas casas casi derruidas enfrentadas a despampanantes rascacielos, las cocinas y aseos comunes para barrios enteros … compartiendo su espacio con algunos de los edificios más altos y caros del mundo.

Una extraordinaria cultura con firmes creencias que se aprecian en los rincones más insospechados, cuya reminiscencia se refleja en la comunidad como una gran ausencia de intimidad personal, la no delincuencia, generosa hospitalidad y la preponderancia de lo ajeno ante lo particular.

No sé si mis fotos presentan tanto como sentía yo al ver aquello. Espero al menos traer a nuestra cultura occidental una visión resumida de tan desigual presencia oriental. Aquí, Shanghai, que significa, ciudad sobre la mar.

Alvaro Peña.

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